Extraño usuario
Cuando apreté la última letra y guarde el documento, salté de mi asiento. Dando unas vueltas, me lancé sobre el sofá…
—Por fin… —dije con los ojos cansados—. Por fin, termine el trabajoooo… Sólo faltará poner la hoja de presentación y listo, libre.
Me quede tirada en el sofá, contemplado el techo, inmersa en mis pensamientos, pensando un pronto futuro de Socióloga. Sacudí mi cabeza y me levanté del sofá. Fui a la computadora para entretenerme un poco… Inicié mi sesión en Live Messenger y también en el Hi5…
La ventana de Messenger emergió en mi pantalla como una personita saludándome. Una advertencia, pequeña y azul me dijo con el tonito de siempre.
Tiene 7 mensajes en su bandeja de entrada.
—Dios, en todo un día recibí siete mensajes…
Arreglé mi nick, cambie la foto que se mostraba por mi display y revisé mi bandeja de entrada donde encontré cartas locas de mis amigas, una invitación para una fiesta y una salida para el cine… Que vagos son estos, pensé.
Estado: Conectada… (Tucutín). Para q sepan todos, ya termine mi trabajo, ok??? *-) <Sab 04/07/09; 8:15 p.m.>
De repente, el MSN se interrumpió con varios tucutín. Pablo me estaba diciendo un montón de chistes. A pesar de que mi amiga, Andrea, terminó también su trabajo, inició una tesis psicológica por la conversación. Mi estado con ella: Aburridaza… Quería descansar y tomarme un tiempo divertido. No comenzar otra investigación.
Era cuando, apareció una de las personas mas churras de la universidad, Omar. Aunque por el Messenger no se lo veía, no importaba, de igual manera su belleza se digitalizaba.
El amor no se puede buscar fácilmente JJJ dice:
*Cristina, q haciendo por allí
Para q sepan todo, ya termine mi trabajo, ok??? dice:
*Por acá, tomando un descanso, después de haber terminado un arduo trabajo q la profesora de History nos pidió…
*Gracias a Dios…
El amor no se puede buscar fácilmente JJJ dice:
*Q bien…
Tucutín. Alguien me habla. El nick no me parece conocido, pero me sigue hablando. Que rarazo, me dije. Me fijo en la notificación y me sorprendo. No acepte a ningún Soy Alfa y Omega, cuando inicié mi sesión. Abrí la ventana de conversación.
Su display se había convertido en una ventanita negra, como si el usuario había activado sucámara web. Pero estaba completamente negra.
Soy Alfa y Omega dice:
*Hola…
*cómo te llamas?
Le hablo sí o no. Seguro había sido un idiota que puso cualquier correo electrónico en el agregar un contacto y por suerte cayó con el mío. Sin embargo, esa ventanita negra me traía algo raro.
Para q sepan todo, ya termine mi trabajo, ok??? dice:
*Hola… Me llamo Cristina… y tú??
No respondió en un instante. Aunque podía conversar con Omar (que no paraba de escribirme), me quede esperando la respuesta del extraño usuario… Su respuesta vino después de quince segundos.
Soy Alfa y Omega dice:
*Alfa y Omega…
Alfa y Omega… ¡Qué bonito! Sí me respondía con eso, seguro era un fanático a los videojuegos, sacándome la abrupta conclusión que era un adolescente… No obstante, no tenía que apresurarme. Traté de sonar un tanto amigable y sacar mis conclusiones de manera más astuta.
Para q sepan todo, ya termine mi trabajo, ok??? dice:
*q chévere… Seguro eres un programador de juegos…
Soy Alfa y Omega dice:
*No soy un programador de videojuegos
Para q sepan todo, ya termine mi trabajo, ok??? dice:
*ooo
Soy Alfa y Omega dice:
*pero soy fanático de ellos…
*Hablando de ti, cuántos años tienes?
Mi suposición se comprobó por sí solo. Era un fanático de los videojuegos. Ahora me preguntaba cuántos años tenía. Eso no me gustó. La ley de las chicas era jamás desvelar la edad, peor si era a un desconocido. Entonces tenía que persuadir esa pregunta.
Para q sepan todo, ya termine mi trabajo, ok??? dice:
*Una edad muy aceptable para ser una señorita
Soy Alfa y Omega dice:
*mmmm… Una señorita
Ese “mmmm” me hizo pensar muchas cosas. ¿Estaba pensando? ¿¿Estaba deleitándose?? Lo bueno era que no revelé mi edad. Pero mi nombre si lo estaba, porque comenzó a llamarme así, de una manera muy intimidante. Como si tuviera otra cosa en mente.
Soy Alfa y Omega dice:
*Cristina, quisiera verte… Puedes activar tu cámara web
Para q sepan todo, ya termine mi trabajo, ok??? dice:
*Mi cámara web??? Está descompuesto, amigo… Pero, porque no t muestras tú… Sólo veo una ventanita negra
Soy Alfa y Omega dice:
*Es porque no me gusta la luz…
Para q sepan todo, ya termine mi trabajo, ok??? dice:
*Pero como quieres q t conozca si no t puedo ver, pss
Y pasó lo mismo. No me respondió en un instante. Me quedé mirando esa misteriosa ventanita negra, teniéndola como un insólito medio para ver a ese extraño usuario. Hablé con Omar por intervalos para esperar algo novedoso. Es donde sonó el tucutín de Alfa y Omega. Rápidamente abrí la ventana de conversación y me topé con un texto que decía: “Esto es lo que soy”. Por la ventanita se veía justamente la pantalla de un televisor. Fuera del marco, esa oscuridad impenetrable seguía ahí… Escuché gritos, que tensaron mis nervios. Por aquella ventanita, con la pésima calidad, el televisor proyectaba una especie de película. No reconocí la película, pero oí la frase escalofriante de la película Juego del Miedo: “Que empiece el juego”. A pesar de que no se veía bien, los gritos distorsionados de los personajes de la película me provocaba una mala intuición. Era un amante de las películas de terror…
El televisor desapareció en un borrón luminoso, y luego la ventanita se sumió en esa oscuridad, donde un fino contorno luminado estaba sobre él. No podía ser posible que fuera un muchacho, porque el fino contorno lo describía mucho más desarrollado.
Soy Alfa y Omega dice:
*q opinas
Para q sepan todo, ya termine mi trabajo, ok??? dice:
*se nota q eres un amante d esas películas…
Soy Alfa y Omega dice:
*no soy un amante d esas películas
*me encanta como descuartizan a esas personas…
*y quisiera hacer d la misma manera contigo
Me quede pálida. Ese último texto erizó los pelos de mi nuca y me hizo entrar un pánico inquietante. Cerré la ventana de conversación con él. Trate de buscar su correo en todas las listas de contacto, pero no lo hallaba. ¿Cómo es que se metió en mis contactos?
De pronto, sonaron varios tucutín. Por el lado derecho de mi pantalla se llenó muchas notificaciones de él, uno sobre otro, con el nick cambiando: “El león encontró carne fresca”. Las notificaciones desaparecieron, pero algo aterrada, le comenté a Omar.
Para q sepan todo, ya termine mi trabajo, ok??? dice:
*Omar, he estado recibiendo cosas feas d un extraño hombre por el msn… estoy asustada
El amor no se puede buscar fácilmente JJJ dice:
*Q dices??? Cómo?? Cómo es???
Para q sepan todo, ya termine mi trabajo, ok??? dice:
*T estoy diciendo q es extraño… No se como es… Pero estoy recibiendo muchas notificaciones de el… Tengo miedo…
El amor no se puede buscar fácilmente JJJ dice:
*Entonces salté d tu Messenger… Cierra tu sesión… Voy a ver si puedo ir a tu jato
Afirmé por esa tan fácil idea. Me despedí, insistiéndole que venga. Cerré todas mis conversaciones, y lleve el puntero al botón Cerrar sesión. Al oprimirlo, en mi pantalla salió una advertencia.
Usted no puede cerrar su sesión porque está manteniendo una conversación. Cierre todas sus conversaciones y vuelve a intentarlo.
¡Qué! Tengo todas mis conversaciones cerradas, además nunca sale esa clase de advertencia al cerrar. Como no tenía nada que cerrar, oprimí el botón nuevamente, pero la advertencia salió.
Tucutín. Salió una pequeña notificación, diciendo que él me estaba escribiendo. No quería revisar, pero mi computadora actúo como si tuviera un tremendo virus informático. La ventana de conversación se abrió y reveló un texto.
El león encontró carne fresca dice:
*No puedes cerrar tu sesión… es mejor que no lo hagas…, porque dejaré de verte y no quiero eso.
*Quieres verte??? Mírate
La ventanita de cámara web surgió de repente, revelando un monitor de computadora… Tenía el mismo aspecto de mi ventana de conversación, con la ventana de él proyectando más monitores dentro de otro… Pero mi boca se abrió del puro pánico, al ver que mi expresión aterrorizada, verse por una ventanita… Me estaba observando. ¡Me estaba observando!
Abruptamente, fijé mi mirada en mi cámara web. Tenía la lucecita de power on encendida… Con la cara tiesa, y mis ojos desorbitados clavados en la ventanita y mi expresión filmada, llevé mi dedo directamente al CPU…
Dio un apagón general a mi computadora. Pero mi cámara web seguía encendida. Me agaché, desconecte el alimentador principal, y mi cámara web por fin se apagó.
Me quedé sentada, muerta del susto. Este no era cualquier persona. Este era un hacker, porque interfirió en mi Messenger, activó mi cámara web sin mi conocimiento y… y… podía pasarse como yo…
¡Make me feel like I can make it real…!
El timbre musical de mi celular me pegó un tremendo susto que proferí un grito. Mirando por momento a la cámara web, fui a contestar.
—Aló… —dije con voz quebrada.
—Cristina —se escuchó la voz de mi amiga Emma—. ¿Estás bien? Omar vino a la universidad y me contó que estuviste recibiendo mensaje de un hombre raro.
—Si, amiga —y luego le conté toda la historia.
—OH, mierda —chilló ella, preocupada y aterrorizada—. ¿Te vio? Esto es peligroso, Cristina, peor aún si es un hacker… En mi carrera me contaron que existe una categoría de hackers que lo llaman black hat, son unas clases de hackers muy astutos y pueden meterse por Internet, las computadoras filtrando, alterando toda informática posible…
—Ya me estás asustando más, Emma
—Discúlpame, amiga. Pero es sólo para que enteres y tengas conocimiento. Ahora el mundo está inundando por la informática…
Ahora sonó mi teléfono. Con Emma aún en línea, activé el altavoz para no sentirme sola, me acerqué al teléfono y contesté.
—Aló…
— ¿Te gusto cómo luciste frente a la cámara web?
Aquella rancia voz hizo que gritara y colgará el teléfono de golpe.
— ¿Qué paso? —Gritaba Emma—. ¡Cristina, qué paso!
—Fue él… El extraño del Messenger… —dije a punto de llorar. Crucé media estancia y me agazapé contra la pared.
—Ay, Cristina… —dijo ella, horrorizada—. Este maldito es también un phreaker.
— ¡Deja tus huevadas, Emma! ¡Estoy espantada! ¡No te conté que quiere hacer una cosa horrenda conmigo —mientras hablaba mi cabeza se movió por todo mi estancia, miré por mi ventana que estaba a mi lado y me fijé en un hombre que grababa con una cámara de mano, desde su tragaluz— lo que sea…! ¡aaaaaaAAAAAHHHH!
—¡¡Corre, Cristina!! —chilló Emma, sin saber si estaba en peligro.
El terror me inundó por completo. No sé como tomé el pestillo de mi puerta, pero salí a la fría calle, con el cielo oscuro haciéndome acordar la ventanita negra. Los vecinos salieron de sus casas por los tales gritos que daba…
—¡¡No dejes de correr!! —me decía Emma.
— ¡Qué te sucede, chica! —dijo una señora consternada, acompañada de unos adolescentes, que estaban con un rictus en sus labios.
—Hay un chico… que está espiándome —dije con las palabras estropeadas por el terror—. Ahí… Ahí… —Apuntando el segundo piso de la casa, que estaba a dos de la mía.
—La estuvo amenazando, señora —decía Emma desde mi celular.
La señora me miraba con ojos escrutadores, pensando si era una buena broma hecha por jóvenes vagos. Los adolescentes que la acompañaban estaban al borde de la risa. Yo solamente lloraba y suplicaba que me ayudara. Sabía que podía ir corriendo, pero el horror me mantenía impotente, en un solo lugar.
El vecindario se puso a mí alrededor… Algunos viéndome con malos ojos y otros con lástima… La señora insistía a los demás que yo era una malcriada que jugaba con bromas. En eso, apareció Omar, junto a Emma. Ellos dos vinieron a mí a consolarme, tratando de calmarme, porque estaba muerta del miedo.
La policía llegó dentro de tres minutos, junto a mi padre. Conté toda la historia, donde Emma y Omar trataban de apoyar, porque no dejaba de balbucear. Cuando llegué a la parte donde vi al hombre, me preguntaron en dónde. Indiqué el tragaluz en el segundo piso de la casa.
—Irrumpiremos en la casa —constató el policía.
Con el vecindario alrededor, los policías se pusieron frente a la puerta de la casa. Llamaron a la puerta, pero nadie abrió. Es donde entró la actitud brusca, como en las películas, se lanzaron contra la puerta y se abrió.
Mis amigos, los dos policías, mi papá y yo entramos. Un tercer policía impidió que el vecindario se acerque mucho.
La casa tenía una apariencia muy desértica, como si nadie y nunca lo hubiese habitado alguien. Tenía muebles rotos, un olor fuerte a cigarro y algunos rastros de moho por todo el lugar. Desde ahí el bullicio del vecindario venía amortiguado, aparte de un sonido raro que parecía provenir de la casa.
Los policías iban delante de nosotros con unas linternas, mientras los haces de luz develaban muchas cosas más como cables, tres monitores de computadora, una bolsa plástica llena de mouses descompuestos, teclados y algunas cámaras web.
Aunque estaba con mi padre, mis amigos y los policías, tenía escalofríos.
Llegamos a un lugar profundo de la casa donde encontramos una escalera de caracol, oxidada y solitaria. Lentamente, comenzamos a subir. Ahora se podía escuchar el raro ruido procedente de la casa. Venía del segundo piso.
—Me amenazó… Me dijo que me iba a matar… Dijo que el león tiene carne fresca… Tengo Miedo…
Encima de nosotros, al final de la escalera, había una salida por donde se veía entrar una luz parpadeante.
Cuando surgimos por la salida, nos encontramos en un cuarto repleto de cuatro monitores de computadora, muchos accesorios para informática, una consola, cámaras web. En cada monitor proyectaba un escritorio repleto de iconos de programas sofisticados y extraños. En una pared estaba el enorme tragaluz donde él había estado espiándome. El problema es que el extraño no estaba, desapareció, esfumándose, como si se hubiese metido a la Internet y tendría como destino un lugar desconocido. Las cosas físicas que dejó eran unos lentes solares, unas revistas pornográficas y un vaso medio lleno de Coca Cola.
Los policías examinaron todo el cuarto, de polvo en polvo. No obtuvieron nada, sólo muchos objetos de informática…
De repente sonó un tucutín del Messenger, inmensamente fuerte, que nos pegó un susto a todos. Los monitores mostraron una pantalla completamente roja, tiñendo a su vez la habitación, con un símbolo de un rostro amarillo macabramente feliz, con los ojos rojos y desorbitados, una amplia sonrisa y con una frase espeluznante que hasta se oyó.
—El hacker nunca se deja ver, pero sus productos sí —de los parlantes salió una voz distorsionada, difícil de reconocer.
Las pantallas rojas desaparecieron para mostrar rostros distorsionados de chicas, donde el horror llenaba su expresión. La última fue mía, filmada desde el punto de él, directamente del tragaluz. Me vi corriendo hacia la puerta, muerta del pánico, mientras una risa maquiavélica traía de fondo. Me apegué a mi padre del puro susto.